
EMDR: La eficaz técnica para el tratamiento del trauma
Cuando una persona ha vivido o presenciado un hecho potencialmente mortal, que amenaza su integridad física o la de otro y que provoca reacciones como miedo, horror intenso o sensación de vulnerabilidad, es posible que acabe desarrollando un trastorno de estrés postraumático (TEPT) (American Psychiatric Association, 2014).
Pero lo cierto, es que no es necesario un evento tan extremo para que quede en nosotros una “herida psicológica”, que es lo que significa lo que habitualmente conocemos como trauma.
Dependiendo de la situación que lo provoque, los traumas pueden ser de dos tipos (Shapiro y Forrest, 2007):
- Traumas con “T”: aquellos provocados por hechos que conllevan un gran impacto emocional, como guerras, accidentes, catástrofes naturales, abusos, violaciones, etc.
- Traumas con “t”: están provocados por eventos que, a simple vista, podrían parecer de menor importancia pero que repetidos en el tiempo podrían llegar a dañar nuestra autoconfianza, nuestra autoestima y nuestras estrategias de afrontamiento. Son más comunes, pero también más difíciles de identificar, suelen estar asociados a nuestras relaciones con otras personas y se les conoce como traumas acumulativos. Algunos ejemplos podrían ser: humillaciones, rechazos, ciertas situaciones de negligencia o sufrimiento, desprotección, cambio de roles en la familia, etc.
“El pasado no puede cambiarse ni borrarse, pero definitivamente es posible dejar de sufrir por él”
Jacques Roques
Sin embargo, lo objetivamente graves que nos puedan parecer las causas no determina la cantidad de daño que producen, ya que esto va a depender de las características personales de cada uno, incluyendo el momento de la vida en el que se producen, el entorno afectivo, su reiteración a lo largo del tiempo, etc.
Además, lo que causa el problema no es el hecho traumático en sí, sino el recuerdo de ese hecho, ya que se produce una perturbación de la memoria en forma de recuerdos intrusivos, flashbacks o pesadillas y la persona sigue actuando como si aún estuviera presente la situación traumática. Esto además influye en el sentimiento de valor de sí mismo, de seguridad, en la capacidad de tomar decisiones e incluso limita la sensación de control y de elección. Por lo tanto, los síntomas actuales son el resultado de la activación de recuerdos que han sido almacenados y procesados de manera disfuncional.
Una de las opciones de primera línea para el tratamiento de trastornos asociados a experiencias traumáticas es la terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR). Se trata de un abordaje psicoterapéutico integrativo, creado por Francine Shapiro, que se basa en su propio modelo de Procesamiento Adaptativo de la Información (PAI).
Según este modelo, las respuestas bioquímicas activadas (adrenalina, cortisol, etc.) debido al impacto emotivo del evento traumático, bloquean el sistema innato de procesamiento de la información del cerebro, aislando las informaciones respecto al trauma en una red neural con las mismas emociones, creencias y sensaciones físicas que se produjeron en el momento del hecho. Por eso, su enfoque terapéutico está en el recuerdo traumático, en comprender cómo esa experiencia nos ha afectado y procesarla adecuadamente, lo cual llevará a una reducción o eliminación de la sintomatología.
“La historia, a pesar de su horrendo dolor, no puede volver atrás y, si se enfrenta con coraje, no tiene por qué repetirse” Maya Angelou
Su procedimiento consistiría en el uso simultáneo de la imagen traumática que recordamos, la cognición negativa asociada y las emociones y sensaciones físicas con las que la relacionemos. Esto, además, se combina con la estimulación alternada de los dos hemisferios cerebrales, que facilita su conexión y la capacidad de procesar las experiencias traumáticas, disminuyendo la carga emocional asociada. Aunque originalmente solo se utilizaban los movimientos oculares, actualmente la estimulación bilateral puede ser de tres tipos:
- Visual: movimiento de los ojos de un lado al otro guiado por el terapeuta.
- Auditiva: sonidos alternados en ambos oídos.
- Kinestésica: golpeteo suave y alterno sobre las manos o los hombros del paciente (tapping).
Una de las hipótesis sobre el papel de los movimientos oculares del EMDR es que estimulan el mismo proceso que ocurre en la fase REM del sueño, la cual se ha demostrado que tiene una función en el procesamiento y almacenamiento de información en la memoria (aunque aún son necesarios más estudios que corroboren esta conexión).
De este modo, el procesamiento ocurre a través de una rápida progresión de conexiones intrapsíquicas durante la sesión, después de cada set de estimulación. Los mecanismos de acción incluyen la asimilación de información adaptativa que se encuentra en otras redes mnemotécnicas conectadas a la red que antes tenía el evento perturbador aislado. Al final, el recuerdo queda integrado en una red de memoria más amplia. El procesamiento es la creación de nuevas asociaciones y conexiones con el recuerdo en un modo más adaptativo (Shapiro, 2014).
Así, con la aplicación de esta terapia, va cambiando la perspectiva emocional y cognitiva del recuerdo y el paciente empieza a ver el recuerdo lejano por primera vez, es decir, se consigue una distancia del contenido de la experiencia. De esta manera, se acaba recordando el hecho o experiencia vivida, pero sintiendo que pertenece al pasado, y el contenido se asimila e integra de una manera más madura y funcional.
Otro de sus beneficios es la brevedad, ya que el tratamiento con EMDR puede ser de hasta solamente 3 sesiones para un trauma simple, aunque habría que valorar detenidamente el caso, ya que también puede llegar a durar hasta más de un año para problemas complejos.
Es cierto que se trata de un método muy potente que puede activar emociones intensas, pero es importante tener en cuenta que es el propio paciente el que controla el proceso en todo momento. Es posible que el procesamiento continúe después de la sesión, por lo que podrían aparecer nuevos pensamientos, recuerdos o sueños relacionados. Es recomendable ir anotándolos para poder trabajarlos en futuras sesiones.
La investigación científica sobre el EMDR ha establecido que es un tratamiento con evidencia empírica bien establecida en su eficacia para el tratamiento del TEPT (Vallejo, 2016) y existen estudios que muestran el mantenimiento de la mejoría de los síntomas en el tiempo frente a otras intervenciones terapéuticas. Además, está avalada por la Organización Mundial de la Salud y las Guías Clínicas Internacionales para el tratamiento del trauma.
Los niños también responden muy bien al EMDR, se realiza el mismo protocolo con algunas modificaciones y se puede combinar con arteterapia y terapia del juego. Además, el procesamiento es por lo general más rápido porque sus redes de memoria no son tan complejas como las de los adultos.
También ha demostrado su utilidad en el tratamiento de duelos no resueltos, TOC, fobias, trastornos de ansiedad, adicciones, trastornos somatomorfos (fibromialgia, cefaleas), trastornos alimentarios y patologías de la infancia y adolescencia (adopciones, trastornos de conducta, pérdidas, hiperactividad, etc.)
“La libertad es lo que haces con lo que te han hecho” Jean-Paul-Sartre
Como hemos visto, el pasado puede convertirse en presente cuando no es bien procesado. Por eso, desde Psicolaria te animamos a que, si estás sufriendo las consecuencias de una experiencia traumática que te perturba en tu día a día, busques la ayuda de un profesional, ya que es posible conseguir su resolución adaptativa. Asimismo, si tienes alguna duda o te gustaría informarte más sobre esta terapia, puedes dejarnos un comentario o contactar con nosotros a través de nuestro teléfono o chat y te atenderemos encantados.
Bibliografía:
American Psychiatric Association (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5). Editorial médica panamericana.
Shapiro, F. (2014). Supera tu pasado: Tomar el control de la vida con el EMDR. Editorial Kairós.
Shapiro, F. y Forrest, M. S. (2007). EMDR: Una terapia innovadora para superar la ansiedad, el estrés y el trauma. Editorial SAPsi.
Vallejo, M.A. (2016). Manual de terapia de conducta. Volumen I. Madrid: Dykinson.
Publicaciones relacionadas
El juegos básico en el desarrollo es importante durante toda la vida
EL JUEGO BÁSICO EN EL DESARROLLO E IMPORTANTE DURANTE TODA LA VIDA El juego...
La valentía de comenzar un camino nuevo en Psicolaria
Queremos elogiar a todas esas personas que comienzan un nuevo camino dentro de...
LA EPIDEMIA SILENCIOSA
La Cuarta Ola Para despedir un 2020, que siendo imposible de olvidar, sí...
EMDR: La eficaz técnica para el tratamiento del trauma
Cuando una persona ha vivido o presenciado un hecho potencialmente mortal, que...